El cáncer de piel es una enfermedad maligna producida por la división y crecimiento descontrolado de las células que la forman, con capacidad para invadir los tejidos y estructuras sanas de alrededor y en algunos casos, a otros órganos a distancia.
Aunque se generalice hablando de cáncer de piel, existen varios tipos entre los que destacan de forma clara los melanomas y los carcinomas cutáneos.
En ambos tipos, el principal factor de riesgo implicado en su aparición son las radiaciones solares, sobre todo las de tipo B (UVB) y las de tipo A (UVA). En la piel, estas radiaciones son capaces de producir mutaciones en el material genético (ADN), de las células que componen la epidermis (capa mas superficial de la piel), e impedir su reparación, iniciándose así el proceso de la carcinogénesis o formación de un cáncer.
Melanoma
El melanoma es el tipo de cáncer cutáneo menos frecuente (aproximadamente el 5% de los tumores de piel), aunque en los últimos años está aumentando de forma considerable. Las células afectadas son los melanocitos o células productoras de melanina (pigmento que da color a la piel). Las radiaciones solares alteran su ADN y comienzan a dividirse y crecer descontroladamente, invadiendo los tejidos sanos de alrededor y otros órganos a distancia.
Los melanomas se desarrollan sobre todo en personas de piel y ojos claros con dificultad para broncearse.
La exposición puntual, excesiva e intermitente al sol se relaciona con su aparición, lo que explica que los melanomas se localicen preferentemente en zonas no expuestas al sol de forma habitual, como es el caso de la espalda y las piernas.
El aspecto que con más frecuencia presentan los melanomas, viene definido por la regla del A, B, C, D, E (iniciales de las características de las lesiones):
A: asimetría.
B: bordes irregulares.
C: color variado (una misma lesión presenta diversos colores).
D: diámetro mayor de 6 mm.
E: evolución (cambio de aspecto)
Debido a que el crecimiento del melanoma es muy rápido, cualquier lesión que presente las características anteriores debe ser consultada con el dermatólogo con el fin de diagnosticarla y tratarla lo más precozmente posible.
Además de la acción de las radiaciones solares, el riesgo que una persona tiene de padecer un melanoma aumenta con:
La existencia de antecedentes familiares de este tumor.
La presencia en la piel de gran número de lunares (mas de 50 ó 60).
El padecimiento de quemaduras solares con ampollas durante la infancia y adolescencia.
Carcinomas cutáneosSon los tumores más frecuentes del ser humano y además, en los últimos años se está produciendo un aumento de los mismos.
Aparecen sobre todo a partir de los 50 años. Las personas de ojos claros y piel blanca expuestas al sol de forma crónica, como es el caso de los trabajadores al aire libre -labradores y marinos-, son los mas afectados por estos tumores.
Con gran frecuencia, las lesiones se localizan en la cara, el cuello y las manos.
Dependiendo del tipo de células afectadas los carcinomas cutáneos se dividen en:
Basocelulares: Afectan a las células basales de la epidermis, encargadas de la renovación de piel. Son los mas frecuentes, representando el 70-80% de los carcinomas.
Espinocelulares: Las células implicadas son las espinosas, situadas en la zona más superficial de la epidermis. Representan el 20% de los carcinomas.
El aspecto de las lesiones que pueden presentar estos tumores es muy variado. Destacan por su frecuencia la aparición de manchas (generalmente rojizas) que pueden descamarse y sangrar formando costras que caen una y otra vez, nódulos (elevaciones o prominencias redondeadas en la piel) y úlceras que no cicatrizan.
El crecimiento de estos cánceres es muy lento y no tienen tendencia a invadir ganglios y/o producir metástasis a distancia, lo que favorece que su índice de curación sea muy alto, a pesar de que las personas que lo padecen tarden meses e incluso años en acudir al médico.
Ante la aparición de cualquier alteración o lesión nueva en la piel o el cambio de alguna ya existente, debe consultar con el dermatólogo.
El sol tiene una gran importancia para la salud del hombre. Dependiendo de las características de la persona y del tiempo de exposición a sus radiaciones, va a producir sobre el organismo una serie de repercusiones que pueden ser positivas o negativas.
Como aspecto positivo destaca el papel que desempeña el sol en la prevención de ciertas avitaminosis (falta o disminución de vitaminas). Concretamente, las radiaciones solares favorecen la producción de vitamina D, necesaria para metabolizar el calcio y evitar el raquitismo (enfermedad caracterizada por la deformación de los huesos, que afecta fundamentalmente a los niños).
Como
aspectos negativos, en la piel, la exposición solar inadecuada produce trastornos que pueden manifestarse a corto o a largo plazo, entre los que destacan:
- Quemaduras solares, caracterizadas según su intensidad por eritema (enrojecimiento de la piel), inflamación e incluso por la formación de vesículas o ampollas.
- Bronceado, producido por la acción de las radiaciones solares sobre los melanocitos que producen un pigmento denominado melanina (pigmento que da color a la piel).
- Hiperqueratosis, o engrosamiento de la piel.
- Fotoenvejecimiento, o envejecimiento de la piel por la acción del sol. Se caracteriza por una piel áspera, sin elasticidad, líneas de las arrugas gruesas (surcos), manchas e incluso pequeños derrames capilares (vasos sanguíneos extremadamente finos que recorren la piel). Se estima que el 75% de las arrugas son producidas por la exposición solar.
- Alteraciones de la pigmentación, sobre todo aparecen hipercromías (aumento de la pigmentación) entre las que se encuentran las pecas (frecuentes en las personas pelirrojas), los lunares (también denominados nevus) y los melasmas (manchas oscuras de bordes poco definidos, de aparición frecuente durante el embarazo).
- Cáncer de piel, relacionado con la exposición al sol en el 90% de los casos. Hoy día se sabe que, el número, frecuencia e intensidad de las exposiciones solares durante la infancia y adolescencia es proporcional al riesgo de aparición de cáncer de piel.
La protección frente al sol
Es la protección frente a las radiaciones solares. Existen varios tipos de fotoprotección:
Fotoprotección física: Son todos aquellos elementos que actúan como barreras entre el sol y la persona. Es el caso de la ropa, los sombreros y las gafas que impiden que las radiaciones lleguen al individuo. La capa de ozono también funciona como un fotoprotector físico, ya que impide el paso de parte de las radiaciones ultravioleta B (UVB), responsables de las quemaduras solares y los cánceres cutáneos.
Fotoprotección biológica: Son las defensas que genera la propia persona frente al sol, como por ejemplo el bronceado, que se produce al activarse la producción de melanina (pigmento natural que da color a la piel) por la acción del sol, y que en cierta medida protege la piel frente a las quemaduras solares y el cáncer.
Fotoprotección química: Consiste en la utilización de productos denominados fotoprotectores, que aplicados sobre la piel la protegen de los efectos perjudiciales de las radiaciones ultravioleta.
Los fotoprotectores
Se denominan así a los productos (crema, gel, leche…), que se aplican sobre la piel con el fin de protegerla de los efectos perjudiciales de las radiaciones ultravioleta A (UVA) o ultravioleta B (UVB). Esto es posible porque en su composición llevan unas sustancias denominadas filtros, capaces de frenar la acción de uno u otro tipo de radiación.
Las radiaciones UVA, actúan oxidando la melanina (pigmento que da color a la piel) ya existente en la piel, provocando lo que se denomina "bronceado directo", que tiene la característica de desaparecer muy rápidamente.
Las radiaciones UVB, actúan sobre las células productoras de melanina (melanocitos), activando su producción y oxidándola, provocando el denominado "bronceado indirecto o duradero".
El grado de protección frente a las radiaciones UVB viene determinado por el índice FPS (factor de protección solar) o también llamado IPS (índice de protección solar). Indica el número de veces que el fotoprotector aumenta la capacidad de defensa natural de la piel frente al eritema (enrojecimiento). En función del FPS los fotoprotectores se clasifican en:
TIPO DE FOTOPROTECTOR FRENTE A RADIACIONES UVB
FPS
Bajo
2, 4, 6
Medio
8, 10, 12
Alto
15, 20, 25
Muy alto
30, 40, 50
Ultra
+ 50
El grado de protección frente a las radiaciones UVA viene determinado por el índice PPD (capacidad de producir pigmentación duradera), y en función de su valor se clasifican en:
TIPO DE FOTOPROTECTOR FRENTE A RADIACIONES UVA
PPD
Bajo
2
Medio
4
Alto
8
Muy alto
14
Cuanto más clara es la piel de la persona, mayor es el factor de protección que necesita
¿Cómo utilizar correctamente los fotoprotectores?Para que los fotoprotectores solares sean efectivos, deben seguirse las siguientes pautas:
Utilice protectores solares adecuados a sus características físicas (fototipo), y que contengan filtros frente a los rayos UVA y UVB.
Use la cantidad suficiente, cubriendo toda la superficie corporal. No olvide zonas como las orejas o el cuero cabelludo en el caso de los niños pequeños y calvicie.
Aplique los productos siempre con la piel seca. Si la piel esta mojada, las gotas funcionan como una lupa y aumentan el riesgo de que se produzcan quemaduras.
Realice la primera aplicación al menos 30 minutos antes de exponerse al sol.
Durante la exposición solar reponga el fotoprotector después de cada baño prolongado (más de 20 minutos) o cada dos horas.
Emplee fotoprotectores resistentes al agua y repóngalos después de cada baño superior a los 20 minutos.
La piel
La piel es el órgano más amplio del cuerpo. En un adulto de 70 Kg, mide alrededor de 2 m2, y pesa unos 7 Kg. Está formada por tres zonas: epidermis, dermis y tejido subcutáneo.
La epidermis es la capa mas externa y está compuesta por diversas células: queratinocitos, células escamosas, células basales y los melanocitos. Por término medio tiene 1 mm. de espesor, aunque en las palmas de las manos y plantas de los pies es mayor. Se renueva cada seis u ocho semanas.
Los melanocitos se encuentran en la parte más profunda de la epidermis. Son las células productoras de melanina (pigmento que da color a la piel).
Las células basales son las encargadas de regenerar continuamente la epidermis. Según van madurando se transforman en otro tipo celular y ascienden hasta la superficie.
Las células escamosas se sitúan por encima de las células basales, y son producto de su transformación.
Los queratinocitos se localizan en la parte más superficial de la epidermis y son un eslabón más de la maduración de las células básales. A diferencia de ellas, no tienen capacidad de dividirse.
La dermis, o capa intermedia, es el tejido de sostén de la piel. En ella se encuentran los vasos sanguíneos y linfáticos, los folículos sebáceos, glándulas sudoríparas y terminaciones nerviosas.
El tejido subcutáneo está compuesto por grasa (es la reserva energética mas importante del organismo), tiene como misión principal amortiguar los impactos y conservar el calor corporal.
Aunque habitualmente no se le dé importancia, la piel cumple numerosas funciones vitales, entre las que destacan:
- Regulación de la temperatura corporal. Cuando hace calor los capilares (pequeños vasos sanguíneos) de la piel se dilatan (aspecto de la piel enrojecida), aumenta la sudoración, se pierde calor y se refresca el organismo; mientras que, cuando hace frío, los capilares se contraen (piel mas pálida) evitando así la pérdida de calor del cuerpo.
- Percepción de las sensaciones de tacto, temperatura y dolor. Gracias a las más de 500 terminaciones nerviosas por cm2 encargadas de enviar la información al cerebro.
- Defensa del organismo de las agresiones externas. El carácter ácido de la piel la defiende de las infecciones bacterianas, y el bronceado lo hace de los rayos ultravioleta.
- Mantenimiento de los líquidos corporales. La piel es impermeable selectivamente, es decir deja entrar y/o salir sólo determinadas sustancias, permitiendo así, a través de sus poros, el equilibrio de estos elementos.
- Crecimiento óseo adecuado. Las radiaciones solares favorecen la síntesis de la vitamina D, imprescindible en el metabolismo del calcio. Su ausencia contribuye a la aparición del raquitismo.
- Identidad de la persona mediante las huellas digitales.
- Participa de forma muy importante en las relaciones interpersonales.
Señales de alarma
Los cánceres de piel se manifiestan de múltiples formas, por lo que si aparece cualquier tipo de lesión en la piel (manchas, costras, nódulos, úlceras) o se producen cambios en las ya existentes (crecimiento, variaciones de color o forma, sangrado, picor), debe acudir al dermatólogo.
Los melanomas suelen presentar unas lesiones muy características, conocidas por la regla del A, B, C, D, E:
A: Asimetría
B: Bordes irregulares
C: Color variado
D: Diámetro mayor de 6 mm.
E: Evolución (cambio de aspecto)
Ante cualquier lesión que presente alguna de estas características debe consultar con el dermatólogo a la mayor brevedad.
El diagnóstico precoz es clave para la curación
Algunos cánceres de piel crecen muy rápidamente, por lo que su diagnóstico precoz es necesario para conseguir la curación.
¿Cómo hacer una autoexploración de la piel?
Las alteraciones que se producen en la piel, debido a que es un órgano superficial, pueden ser detectadas con facilidad.
La autoexploración de la piel, es un método importante a la hora de diagnosticar lo antes posible un cáncer.
El objetivo de la autoexploración cutánea es que cada persona conozca las características de su piel, de manera, que ante cualquier cambio, acuda al médico para que realice el diagnóstico y tratamiento adecuados. Los cambios pueden ser tanto la aparición de una nueva lesión (lunar, mancha, costra…) como variaciones de una ya existente (un lunar que cambia de forma, tamaño, color…).
El aspecto de las lesiones que pueden presentar los cánceres de piel es muy variado. En el caso de los carcinomas, destacan la aparición de manchas (generalmente rojizas) que pueden descamarse y sangrar, nódulos (elevaciones o prominencias redondeadas en la piel) y úlceras que no cicatrizan. En los melanomas las características que presentan las lesiones con mayor frecuencia vienen determinadas por la regla del A, B, C, D :
A: asimetría.
B: bordes irregulares.
C: color variado (una misma lesión presenta diversos colores).
D: diámetro mayor de 6 mm.
Cualquier lesión que presente alguna de estas características debe ser consultada con el dermatólogo a la mayor brevedad.
Técnica:
La autoexploración cutánea consiste en visualizar toda la superficie corporal incluyendo el cuero cabelludo. Es recomendable realizarla cada tres meses y seguir siempre el mismo método para no olvidar ninguna zona del cuerpo. La habitación donde se realice debe estar bien iluminada, y tener una temperatura que permita a la persona estar desnuda. También es necesario disponer de un espejo de cuerpo entero, uno de mano, una silla y un taburete.
Frente al espejo visualice la parte anterior del tórax, abdomen, región pélvica y piernas, brazos y antebrazos, manos, espacios interdigitales y uñas. Inspeccione también la cara y cuello, parte posterior de los codos y antebrazos, axilas, y debajo de las mamas.
De espaldas al espejo de cuerpo entero y con la ayuda del espejo de mano, inspeccione la parte posterior del cuerpo: cuello (no olvidando las orejas), hombros, parte superior e inferior de la espalda, glúteos y piernas.
Siéntese con los pies apoyados en un taburete y, con el espejo de mano observe la zona genital, y los laterales de las piernas hasta los tobillos. Continúe inspeccionando los pies (planta y dorso), dedos, espacios interdigitales y uñas.
Como punto final de la exploración, proceda a examinar el cuero cabelludo. Para ello, colóquese frente al espejo y ayúdese de un secador de pelo. Si algún familiar o amigo puede ayudarle, le facilitará la labor.
Recuerde…
Ante el descubrimiento de cualquier lesión nueva, o el cambio de alguna lesión ya existente, debe consultar con el dermatólogo.
No olvide que la piel es una importante parte de nuestro organismo que debemos cuidar con esmero, no sólo por estética sino también por salud.